Un aspecto clave del éxito evolutivo de la humanidad es que no necesitamos aprender a hacer las cosas desde cero. Nuestras sociedades han desarrollado diversas formas (desde la educación formal hasta los vídeos de YouTube) de transmitir lo que otros han aprendido. Esto hace que aprender cosas sea mucho más fácil que aprender haciendo y nos da más espacio para experimentar; podemos aprender a crear cosas nuevas o gestionar tareas de forma más eficaz y luego transmitir información a otros sobre cómo hacerlo.
Algunos de nuestros parientes más cercanos, como los chimpancés y los bonobos, aprenden de sus pares. No parecen participar en este proceso iterativo de mejora; no tienen, en términos técnicos, una cultura acumulativa en la que las nuevas tecnologías se basen en conocimientos pasados. Entonces, ¿cuándo desarrollaron los humanos esta habilidad?
Basándose en un nuevo análisis de la fabricación de herramientas de piedra, dos investigadores afirman que esta capacidad es relativamente reciente y se remonta a hace sólo 600.000 años. Fue casi al mismo tiempo que nuestros antepasados y los neandertales se separaron.
Acumular cultura
Está claro que gran parte de nuestra tecnología se basa en esfuerzos anteriores. Si está leyendo esto en una plataforma móvil, se beneficiará del hecho de que los teléfonos inteligentes se derivan de computadoras personales y el software requiere hardware funcional para funcionar. Pero durante millones de años, la tecnología humana careció del tipo de elementos básicos claros que nos ayudarían a identificar cuándo un artefacto arqueológico se deriva de un trabajo anterior. Entonces, ¿cómo podemos estudiar el origen de la cultura acumulativa?
Jonathan Paige y Charles Perreault, los investigadores detrás del nuevo estudio, adoptaron un enfoque bastante simple. Para empezar, se centraron en las herramientas de piedra, porque son los únicos elementos bien conservados a lo largo de la historia de nuestra especie. En muchos casos, los estilos de herramientas se han mantenido constantes durante cientos de miles de años. Esto nos brinda suficientes ejemplos para que podamos comprender cómo se fabricaron estas herramientas y, en muchos casos, aprender a fabricarlas nosotros mismos.
Su argumento en el artículo que acaban de publicar es que la sofisticación de estas herramientas permite medir cuándo comenzó la acumulación cultural. «A medida que se descubren nuevas técnicas de corte, los límites del espacio de diseño posible se amplían», afirman. «Estas tecnologías más complejas también son más difíciles de descubrir, dominar y enseñar».
Entonces surge la pregunta de cuándo los humanos hicieron el cambio clave: desde simplemente enseñar a la próxima generación a fabricar el mismo tipo de herramientas hasta usar ese conocimiento como base para construir algo nuevo. Paige y Perreault dicen que depende de la complejidad de crear la herramienta: «Generaciones de mejoras, modificaciones y errores afortunados pueden generar tecnologías y conocimientos mucho más allá de lo que un solo individuo ingenuo podría inventar de forma independiente durante su vida».
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