En las zonas rurales, aumentan las protestas contra las grandes explotaciones ganaderas, que desplazan cada vez más a los agricultores tradicionales: un ministro ha criticado ahora el engorde industrial de cerdos.
Mila Herreros está preocupada por el futuro de su ciudad natal Cardenete en la provincia central de Cuenca. El lugar tiene algo menos de 500 habitantes, pero está rodeado por varias granjas industriales de cerdos en las que se ceban 15.000 animales o se utilizan para la producción de lechones. “En 2016 las granjas de engorde fueron catalogadas por nuestra Junta de Castilla-La Mancha como un sector estratégico, ahora tenemos varias aquí, incluida una a un kilómetro del centro de la ciudad”, explica Herreros, arrugando la nariz. Herreros se sienta en el ayuntamiento del conservador Partido Popular (PP) y ahora intenta evitar la creación de otra granja, en la que se producirán 58.000 lechones al año. El alcalde socialista, por su parte, defiende con vehemencia el proyecto porque espera que genere financiación e inversión para su pueblo.
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